
Las autoridades y los médicos nos recuerdan al principio de cada verano que debemos protegernos del sol porque una exposición prolongada a él puede provocar daños dermatológicos, problemas visuales, envejecimiento e, incluso, cáncer de piel. Y es que el 5% de los rayos solares son del tipo ultravioleta B, los que tienen una longitud de onda media de entre 280 y 315 nanómetros y son pues dañinos para los humanos si inciden demasiado tiempo sobre nosotros estando el sol en lo alto. Sin embargo, ocultan –o ignoran, que es casi peor– que en muchos fármacos de uso frecuente hay principios activos con acción fotosensibilizante que también pueden producir lesiones en quienes los usan –sean productos tópicos o ingeridos– y luego se exponen alegremente al sol. Y la cosa es seria porque hay en ellos más de 300 principios activos fotosensibilizantes que pueden estar en antibióticos, antifúngicos, antiinflamatorios no esteroideos (AINEs), anticonceptivos, antivirales, antihistamínicos, antidepresivos, antidiabéticos, antiulcerosos, antiacneicos, antihipertensivos, quimioterápicos, retinoides, inmunosupresores… ¿Cómo es posible que no se informe de esto a la población y que la mayoría de los médicos que recetan tales medicinas lo obvien o lo ignoren?