Documentos que Pfizer y el gobierno estadounidense querían mantener ocultos hasta 2096 han sido liberados por orden judicial y demuestran que esta farmacéutica –aliada con BioNTech– ocultó efectos adversos graves (incluidas muertes de fetos y bebés) en los ensayos clínicos efectuados para la aprobación de sus “vacunas COVID” así como que las agencias estadounidenses responsables de su aprobación no solo las autorizaron sino que las recomendaron hasta a embarazadas sabiéndolo. Es más, revelan que el Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos invirtió varios miles de millones de dólares en “sobornar” a los trescientos sectores más influyentes de la sociedad –entre ellos a los obstetras y ginecólogos– para que apoyaran las recomendaciones federales que luego se extenderían al resto del mundo.
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