El duelo por la pérdida
Número 53 - Septiembre 2003
Tiempo de lectura: 5 minutos
No estamos acostumbrados a aceptar el dolor. Nadie nos ha enseñado. Es más, en nuestra cultura occidental y progresista se coartan las manifestaciones de dolor: está mal visto. En una sociedad dónde el éxito, el brillo personal o profesional, las metas y los logros alcanzados son mostrados como exponente de la valía de una persona resulta muy difícil admitir que a todo proceso de pérdida –sea de un ser querido, de una situación, de una circunstancia, de un estatus o de un objeto– le sigue un proceso más o menos largo de adaptación a la nueva situación.

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