Entre el dolor y el gozo
Número 39 - Mayo 2002
Tiempo de lectura: 4 minutos
Todos hemos oído muchas veces a filósofos, poetas y pensadores comparar la vida con un río. Un ejemplo perfecto que nos sirve para reflexionar sobre el recorrido que el agua tiene que salvar desde su origen (fuente o manantial del que partió) hasta llegar a su destino (el inmenso mar) y hacer un paralelismo con el discurrir de la vida. “Nuestras vidas son los ríos que van a parar al mar, que es el morir”, decía el poeta Jorge Manrique en sus Coplas a la muerte de su padre.

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