Sin formarse en medicina ambiental no puede tratarse seriamente a ningún enfermo
Número 133 - Diciembre 2010
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Que la Medicina alopática, convencional, ortodoxa o farmacológica ignora las causas de la inmensa mayoría de las llamadas “enfermedades” y por eso quienes la ejercen se limitan a menudo a dar drogas para paliar los síntomas de los enfermos lo reconocen ya los propios médicos. Sin embargo tal convicción es no ya errónea sino falsa pues hoy se sabe que gran parte de las patologías las provocan los productos tóxicos con los que en los últimos años los humanos hemos envenenado estúpidamente el planeta. Y que es así lo han demostrado médicos, biólogos, químicos, físicos, farmacéuticos y muchos otros profesionales de la salud que optaron por formular una nueva concepción del arte de entender las “enfermedades” y cómo afrontarlas que ha terminado denominándose Medicina Ambiental. Una visión de la Medicina que pretende recuperar el sentido común y volver a ser “original”, es decir, volver la vista al “origen”, a la causa de las patologías. Y que por eso en lugar de buscar “enfermedades” indaga la causa o causas de que alguien esté enfermo. Es decir, valora todo lo que puede alterar el equilibrio, la homeostasis del cuerpo, sabiendo que su pérdida es lo que da inicio a todas las llamadas “enfermedades”. Y es que como bien afirma Pilar Muñoz Calero, presidenta de laFundación Alborada, “al ser humano le influye todo aquello que respira, que come, que bebe, que piensa, que siente, que le preocupa, que le inquieta, que le supera, que le entristece, que le duele, que le anima…” De ahí que la Medicina Ambiental rechace la idea de que el ser humano se reduzca a una serie de reacciones bioquímicas que vienen programadas en los genes y cuyo cuerpo hay que tratar cuando no funciona bien como si se tratara de un coche defectuoso que se lleva al taller, es decir, de forma mecánica.“El ser humano pertenece al ámbito de lo vital–nos diría la Dra. Elisa Sánchez Casas,miembro de la misma fundación y estrecha colaboradora de la Dra. Muñoz Calero- y su organismo no es un mecanismo inerte y rígido sino un sistema vivo y palpitante. Y como tal, imprevisible, misterioso, novedoso y siempre sorprendente”.

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