El hecho y la interpretación
Número 25 - Febrero 2001
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Se cuenta que había un sabio muy sabio que investigaba el secreto de las dos patas saltadoras de una pulga. Y ese gran sabio cogió la necesaria pulga, la puso sobre una mesa y la dijo que saltara. Y la pulga saltó y el sabio observó que había alcanzado una altura de un metro. Puesto que el sabio era un gran sabio y sabía que había unas no menos sabias leyes estadísticas hizo que la pulga las cumpliera saltando una y otra vez. Y así, la pulga saltó lloviendo, en tiempo de sequía, dentro de casa, fuera, etc. Mil veces saltó la pulga y las mil veces alcanzó la altura de un metro. Con lo que la experiencia pasó a ser Gran Ley: «Cuando la pulga conserva sus dos patas saltadoras alcanza la altura de un metro».

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