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46
Enero 2003
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Confiar en la vida

El sentido de la vida está plenamente relacionado con un impulso: la supervivencia. Y ésta, a su vez, con otro también fundamental: la confianza. Es el caso de la confianza que alienta al espermatozoide que compite con varios millones más para llegar al óvulo y que, cuando llega a su destino, le hace de nuevo confiar en que aquél le aceptará, se abrirá y podrá entrar. Luego, cuando nacemos, la confianza sigue presente; y es que no sólo ignoramos lo que nos vamos a encontrar sino que llegamos indefensos a un lugar desconocido sin saber quién nos va a recibir y qué recibimiento nos hará. Sin embargo, casi todos, en un momento determinado, sentimos el impulso irresistible de empujar y empujar abriéndonos camino por un túnel oscuro y angosto sin saber a ciencia cierta qué nos espera al otro lado. Confiando, una vez más, en que al final de ese trayecto está lo que necesitamos. La naturaleza, después de meses de preparación y gestación, se vuelca en ese momento trascendental y todas las fuerzas –tanto de la madre como del niño– se alinean con el objetivo de alumbrar, de dar a luz.