Los organismos sanitarios que se supone salvaguardan nuestra salud aseguran que las micropartículas de dióxido de titanio son inocuas pero cada vez hay más evidencias de que pueden provocar graves daños e incluso alterar el ADN celular. Un asunto grave porque hoy se emplea ya en la producción de pinturas y plásticos, en los esmaltes de porcelana, en el papel y en las tintas de impresión pero también en los productos cosméticos -incluidas las cremas solares-, en los textiles, en los fármacos y ¡hasta en muchos alimentos! De hecho es el pigmento más utilizado en el mundo para proporcionar a (...)
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