La gran guerra necesaria
Número 51 - Junio 2003
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La guerra de Irak ha terminado. Grandes saurios –tanto los que la han provocado como los que se han abstenido, que todos han actuado movidos por razones reptilianas– han derrotado a otro saurio menos grande y previamente debilitado. Y esa guerra ha terminado… pero no han terminado las guerras. Porque la única guerra que podría terminar con las guerras sería comprender que ese bulbo que guardamos en la cima del cogote, nuestro primer y más rudimentario cerebro, nuestro cerebro reptiliano, es el que desde el principio de los tiempos sigue motivando nuestras expediciones depredatorias.

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