Hacia una medicina espiritual
Número 29 - Junio 2001
Tiempo de lectura: 4 minutos
El mes pasado hablamos sobre la capacidad de la información para nutrir el alma y de la intensa presión que recibimos incitándonos a consumir todo tipo de productos. Presión repetitiva y machacona porque los expertos de la conducta saben muy bien que para hacer algo creíble sólo es necesario repetirlo el número suficiente de veces. Así se hace –hasta la saciedad– en los medios de comunicación. Y llega un punto en el que la mente no es capaz de filtrar la información. Surge pues la cuestión de cómo vivir no programados –sin darnos cuenta– por otros, de cómo recuperar nuestra individualidad.

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