Este reportaje aparece en
25
Febrero 2001
Ver número

Ponerse en el lugar del otro

A lo largo del proceso de aprendizaje y maduración las personas vamos conformando todo un “corpus” de creencias que son la base sobre la que sustentamos nuestra personalidad. Una personalidad que está muy marcada por las experiencias vividas durante la infancia. De hecho, la Psicología explica que la familia es la ventana a través de la cual miramos al mundo y que las figuras paterna y materna conforman los arquetipos fundamentales sobre los que se asienta nuestro carácter. Más tarde, el aprendizaje está basado en la etapa de la formación intelectual (escuela, instituto, universidad…) y, por supuesto, también social ya que la propia vida y sobre todo la interrelación con los que nos rodean es una fuente inagotable de experiencias que nos permiten ir poniendo en práctica nuestras ideas y recoger los resultados en un proceso de aprendizaje constante.